Marte, Venus y Estrella.
Sus padres, en su eterna, veían a los críos crecer en la armonía que les daba la noche. Durante el día la familia permanecía en el castillo, entre árboles frondosos y los lobos guardianes que vivían cerca de Luna y Joenoc. Cuando era tiempo de bajar a la Tierra, Joenoc y Luna en el corcel alado y los niños sobre los lobos, corrían por el mundo vistiéndola de obsidiana y plata.
Sol y Aurora tuvieron a Estrella, una dulce niña frágil como el cristal. Los afligidos padres vieron que su luz apenas si se vislumbraba y, temerosos de su bienestar, la mantuvieron en apartadas habitaciones, lejos del mundo y sus colores. Sol culpaba a la incapacidad de Aurora, pues si bien amaba a la niña, sentía que su estado era por razones de su mujer.
Si bien Venus y Marte sabían de sus tíos, Estrella jamás oyó durante su infancia el nombre de otro familiar. Lo único que recordaría mucho después era a su padre, mirando la fuente, suspirando por alguna “dama plateada”.
Cuando llegaron a lo que nosotros veríamos como 15 años, aunque en ellos sean eones, los gemelos suplicaron ver el palacio del Día, que tanto había descrito su madre. Joenoc se negaba, alegando que no era prudente ir cuando Sol estuviera presente, pues el sabía que las pasiones de los dioses son tan grandes como su antigüedad.
Venus, de ojos tornasol y cuyo cabello coralino caía en delicados rizos sobre las curvas de su cuerpo, siempre vestida de seda, era alegre e inocente, pero su belleza ya subyugaba a las más feroces bestias de la Tierra. Marte ya mostraba un torso torneado coronado por un rostro con trazas infantiles, mientras su cabello encarnado caía sobre sus hombros, el fleco cubriendo ligeramente sus ojos ambarinos. Conocían ya todo el mundo y su cercano Universo, pero jamás habían puesto pie en el lugar natal de su madre.
Luna, tras hablar dulcemente con su esposo, le dijo que iría durante el día y volvería a casa antes del anochecer. También quería ver a su hermana, la cual debía estar abatida tras quedarse sola en ese enorme recinto con un marido indiferente por compañía.
Joenoc aceptó, advirtiéndole a su hijo que si acaso Sol llegaba, no dudara en defender a su madre y a Venus.
Marte, quien era ya un joven experto en las armas, tomó la lanza negra con la que su padre había evitado la poderosa espada de Sol hacía milenios, prometiendo que traería a las mujeres sanas y salvas.
Partieron entonces, en tres hermosos y enormes lobos, la hermosa Venus, el bravo Marte y la majestuosa Luna, al encuentro con el destino….
6 Comments:
At 9:16 PM, November 15, 2005, Der Fenrir said…
¡Excelente!.... la verdad no se me ocurre más que decir, solo que espero que pongas próximamente el siguiente capitulo.
At 8:36 AM, November 17, 2005, Anonymous said…
Así, Venus es hija de Luna, eso explica muchas cosas, pero ahún me intriga el hecho de que haya muchas estrellas y de que todas sólo se vean de noche...
Siendo sinceros, no se vé ningún otro astro durante el día, que no sea Sol, excepto en algunas ocaciones, en que Luna se atreve a pasar.
Ealan vaiwa, ealan lume
Alion
At 4:39 PM, November 23, 2005, Señor de las Sombras said…
Que gusto ver el mar, que placer es leerla, un gran saludo amiga mia...
At 6:00 AM, December 08, 2005, Anonymous said…
Aburrido, demasiado rebuscado, no se ve inspiración más bien escribir por escribir y publicar.-
At 9:49 AM, December 13, 2005, Anonymous said…
Para comentarios anonimos... cualquiera.
Ealan vaiwa, ealan lume
Alion
At 6:37 PM, January 15, 2006, Señor de las Sombras said…
Dios te cuide amiga mia siempre es un placer estar en este lugar tan magico y lleno de sueños y de vida
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