Mareas Azules

El tiempo casi llega... Los deseos son cada vez mas fuertes... El destino espera...

Monday, June 19, 2006

Where forest meets the sea (La Costa Oeste)

El viento es hermoso, pero no es lo suyo.




Actúa como el agua, pero, es tan ligero y brusco a veces..., ella sigue prefiriendo el denso arrullo marino.


Alion ha volado por horas, tranquilo y sin cansarse siquiera. Feliz, habla con corrientes amigas que sostienen sus alas como si fueran antigüas reliquias en un exhibidor. Veloces lo llevan a través del cielo hacia el destino que ya preparó para su nueva amiga.


Kaiare, a pesar del rápido avanzar, toquetea las nubes que ríen curiosas, mira el cielo y el suelo, disfrutando los colores y admirando la nueva perspectiva.

De repente, el aire toma un aroma oleoso, profundo. Dulce y amargo al mismo tiempo, reconoce que es una planta. Mira hacia el alado, extrañada; el sólo sonríe y a modo de respuesta empieza a descender.

Ella observa el mar, como se aclara conforme la tierra va ganando altura. De repente, nota movimiento, saltos gráciles y salpicaduras. Movimiento erráticos y a la vez coordinados que le hacen pensar en delfines, pero al acercarse más descubre unos nuevos miembros del mar: Los leones marinos.


Ya en tierra, Alion reposa las alas bajo los pinos mientras Kaiare corretea con algunos cachorros divertida, son amigables y pierden toda ligereza en la costa, botando con sus cuerpos pesados sobre la arena. Ella entra al agua con un grupo de jóvenes aventurados, quienes hacen piruetas alocadas ante la severa mirada de las madres.


Al final, ella sale y encuentra al ángel comiendo junto a una fogata. Ella reconoce el fuego por pláticas y visiones alejadas de lava incandescente, este es muy diferente, bailotea con el aire y toma colores según lo que consume. Unas semillas lo pintan de verde, la madera húmeda de naranja, los troncos oleosos brillan dorado y las hojas agudas intensifican su corazón azul.


Azul, que extraño color para algo tan diferente al agua, pero aún así, el nacimiento del fuego siempre tiñe de añil.


Comen un pequeño animal que cazó Alion, Kaiare no recuerda el nombre, aunque recuerda que brincaba mucho, además de ser peludo y orejón. Ella observa los inmensos árboles cónicos de este lugar, el Sol no es tan fuerte como en el Este. Son los árboles quienes despiden el aroma agridulce que tanto atrajo a la Dama de Agua, pero poco a poco descubre algunos perfumes subyacentes. Algunos son apetitosos, en extremo, se podría decir. Alion mira serio las bayas que lo producen, explicando que poco después de comerlas, el dolor te hace arrepentirte. Otras frutas y nueces se muestran poco a poco. Ella prueba todo, intrigada por los sabores, por los colores apagados de esta zona.


Deja eso un momento, dice Alion, hay alguien cerca que quiero que conozcas. Ella voltea extrañada, lo sigue al interior del bosque, donde la bruma oculta los pies del camino...